Con una inversión aproximada de 14 mil millones de pesos la Comisión Nacional del Agua (Conagua) construye el Túnel Emisor Oriente (TEO), la obra para control de aguas residuales y pluviales más grande del mundo; tendrá una longitud de 62 kilómetros, siete metros de diámetro, 25 lumbreras, una capacidad para desalojar hasta 150 metros cúbicos sobre segundo y se planea concluir en el 2015.

Los primeros 10 kilómetros del TEO se encuentran en operación, estos inician en la lumbrera 0 (Delegación Gustavo A. Madero) y concluyen en la lumbrera 5 (Ecatepec) donde la planta de bombeo El Caracol, con 40 metros cúbicos sobre segundo de capacidad, envía el agua hacia el Gran Canal del Desagüe.

Las empresas participantes en esta obra son: Carso Infraestructura y Construcción, S.A.B. de C.V. (CICSA), Empresas ICA, S.A.B. de C.V. (ICA), Construcciones y Trituraciones, S.A. de C.V. (COTRISA), Constructora Estrella, S.A. de C.V. (CESA) y Lombardo Construcciones, S.A. de C.V. (Lombardo), quienes en conjunto forman el consorcio constructor del TEO: Constructora Mexicana de Infraestructura Subterránea, S.A. de C.V. (COMISSA)

Historia y contexto

En un documento publicado por la Conagua en septiembre de 2012 titulado “Acciones de infraestructura de drenaje y abastecimiento de agua en el Valle de México 2007-2012” la dependencia nos describe, entre otros temas importantes, los antecedentes que tiene el Valle de México al respecto, la problemática actual y sus posibles soluciones, confirmando la necesidad de la construcción del TEO.

En materia de agua y drenaje, señala el documento, la ciudad se abastece de pozos de sus propios acuíferos y desde hace más de 30 años importa agua de otras cuencas: Lerma y Cutzamala, provenientes del Estado de México y Michoacán. Por otro lado, desde el Siglo XVIII, la ciudad descarga sus aguas residuales a la cuenca del río Tula en el estado de Hidalgo.

La importación de agua de otras cuencas fue concebida para disminuir la explotación de los mantos acuíferos del Valle de México y así evitar hundimientos y daños a la infraestructura.

Las grandes obras de infraestructura de drenaje construidas entre 1962 y 1975 se diseñaron para la concentración de aguas pluviales y se consideraron como la solución definitiva a la problemática de inundaciones. Sin embargo, el desmedido crecimiento de la metrópoli en las últimas décadas, aunado a la falta de planeación acorde a los servicios existentes, trajo consigo que las obras de abastecimiento de agua potable y drenaje quedaran rebasadas.

La Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) tiene características únicas. Es una de las concentraciones urbanas más grandes del mundo, ubicada en una cuenca cerrada sobre lo que originalmente fue un sistema lagunario integrado por cinco grandes lagos: Texcoco, Xaltocan, Zumpango, Xochimilco y Chalco.

En época de lluvias, la cuenca se convertía en un solo lago de dos mil kilómetros cuadrados de superficie. Esta condición es la causa de las periódicas inundaciones que desde la fundación de Tenochtitlán han tenido que enfrentar sus habitantes.

En 1900 entró en servicio el Gran Canal del Desagüe, para el cual se construyó el primer túnel de Tequixquiac, obra complementada con un segundo túnel que inicia operaciones en 1947. En 1962 y 1975 se incorporan al sistema los emisores del Poniente y el Central, respectivamente.

La ZMVM actualmente alcanza una superficie de mil 894 kilómetros cuadrados, la cual representa casi el 22 por ciento del área de la cuenca del Valle de México y el 95 por ciento de la superficie que ocupaban los lagos en la cuenca en el siglo XVI. El crecimiento urbano, asentado en sitios que antes formaron parte del sistema lagunar, demanda servicios urbanos cada vez más amplios y complejos, entre los que destaca el sistema de drenaje.

El suelo del valle está formado por arcillas blandas con muy alto contenido de agua, altamente deformables y compresibles. La extracción de agua para el abastecimiento de la ciudad, ha propiciado hundimientos acelerados y diferenciales que afectan fuertemente a la infraestructura de la ciudad, destaca la dependencia en su escrito.

En particular, se ha reducido la capacidad de los cauces superficiales y subterráneos que permiten el desalojo de las aguas de lluvia, aumentando la probabilidad de inundaciones que hoy afectan a la población en su actividad diaria, patrimonio e incluso vida.
El fenómeno de hundimiento afectó de manera particular al Gran Canal del Desagüe, por lo tanto incrementa la dependencia del Sistema de Drenaje Profundo, a su vez, el Túnel Emisor Central se utilizó sin interrupción para desalojar las aguas residuales y de lluvia de la ciudad, situación que provocó un desgaste acelerado e impidió su mantenimiento, además se detectó que trabajó a presión, para lo cual no fue diseñado y operó así durante 15 años.

En caso de presentarse una falla en el actual sistema de drenaje, las consecuencias para la capital del país serían catastróficas: la obstrucción del Túnel Emisor Central llevaría a una inundación generalizada de las zona centro y oriente que, con base en estudios apoyados por el Instituto de Ingeniería de la UNAM, inundaría una superficie de más de 217 kilómetros cuadrados, más del 10% de la superficie urbana actual, con más de cinco metros de agua sobre el Aeropuerto Internacional Benito Juárez. Esta posible situación paralizaría actividades políticas y económicas no sólo de esta ciudad, sino del país en general.

 

Por: Jadir Gómez Arizmendi

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